Guillermo ya ha pasado por diferentes sitios captando la vida a través de la lente de su cámara fotográfica, pero fue en África que lo advirtieron: “(…) con sus fotos se lleva nuestro espíritu. (…) Es muy peligroso robar el espíritu de un hombre”. Años después, en Madrid, el fotógrafo experimenta personalmente lo que significaba ese aviso.